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viernes, 14 de febrero de 2014

"Princesa"

El verdadero cuento de hadas...

Cuéntame sobre aquel reino, en donde todo era “paz”. Una “paz” que servía para enmascarar el terrible mal ocultó. Cuéntame sobre su príncipe, y su “princesa”, que se encontraba encerrada en la torre más alta, custodiada por un temible dragón.


Cuéntame sobre como él dejó los lujos, tan solo para salvar a su verdadero amor. Porque aun cuando nunca la vio, aun cuando nunca hablaron, el amaba a su “princesa” con todo su corazón.


Cuéntame sobre como el príncipe lloraba, y la “princesa” reía. 


Cuéntame sobre el reino en donde poblaba la miseria, y como el padre de una muchachita murió por ella. Y cuéntame como ella, observaba cada día, como el príncipe gastaba fortunas por su “princesa” sin atenerse a las consecuencias. Y cuéntame como la muchacha corrió hacía aquel castillo, y habló con el dragón para que este la ayudara. Y cuéntame como entró al lecho de la princesa dormida, clavó una daga en su estomago para que despertara del terrible sueño, y se la entregó de obsequio al dragón, quien hace tanto tiempo quería devorarla por hacerlo permanecer eternamente encerrado, sujeto a las cadenas…


Y cuéntame como al llegar el príncipe, y entrar al lecho de su “princesa”, encontró únicamente sabanas teñidas de sangre…


Y cuéntame como el príncipe lloró, sin darse cuenta de que a su espalda se encontraba aquella muchachita, con un puñal ensangrentado. Y cuéntame como el murió llorando, y la “princesa” quedó vacía, ya que la venganza no la había saciado…


Cuéntame esa historia, solo una noche más… ¿puedes?


lunes, 10 de febrero de 2014

【Cayendo en la locura】Prólogo




-Dinos…


-¿De quién gustas…?


Una simple pregunta, la cual ya tenía respuesta en mi vida desde hacía varios días, pero… simplemente no podía… Había decidido olvidarlo hace tanto tiempo, y ahora estaba allí, sin ninguna escapatoria, sin ningún lugar a donde correr o siquiera esconderme.


Sola…


-¿No piensas responder…?


-¡No te hagas la difícil! 


Era tan complicado decirlo en voz alta… tan horrible era el simple hecho de aceptar que todo el mundo que había creado era una ilusión en mi cabeza… Después de todo, ¿qué había logrado después de todos estos años? Nada más que una simple amistad… una simple visión de hermana menor ¿Para qué? Yo nunca quise su amistad…


Yo solo lo quería a él…


Un simple capricho, un deseo que no iba a lograr cumplir, pero al cual me negaba a renunciar… solté un bufido y las miré, forzando una tímida sonrisa en mis labios, obligándome a mi misma a fingir que todo iba bien… a mantenerme encerrada en esta ilusión que había creado…


 -No me gusta nadie… -mentí, engañándome a mí y a mi corazón, el cual latía cada vez que él se me acercaba, cada vez que él me pedía algo… cada vez que le oía pronunciar mi nombre… La garganta comenzó a dolerme y sentí como las lágrimas se acumulaban peligrosamente en mis ojos ¿Qué me pasaba? ¿Qué era todo eso? Solté un suspiro, sin significado alguno, el cual logró llamar la atención de todas las presentes…


-¿Qué te ocurre, Rebecca? –me preguntó angustiada Gigi. Le sonreí, pero ese simple acto hizo que todas las lágrimas que tenía retenidas, salieran de mis ojos e invadieran mis mejillas. Solté una bocaza de aire y comencé a llorar angustiada. Todo se había vuelto tan confuso en mi cabeza… todo estaba girando de una forma tan anormal… ya no quería respuestas… ya no quería acciones… lo quería a él…

Solo a él...

-¿Es que él no lo sabe?


-¿O acaso no te corresponde?


-¿O son ambas, Rebecca? –insistieron las gemelas al unisonó, haciendo que mi cabeza doliera a horrores, y que mis lagrimas aumentaran en gran cantidad ¿Qué era eso? Ese sentimiento que me había invadido en aquel momento… ¿de qué se trataba…?


-¿Quieres que te ayudemos…?


Y con esa pregunta, ambas gemelas lograron captar mi atención. Cada una, con una gran sonrisa dibujada en el rostro. Me observaron con curiosidad, hasta el momento en el que asentí  y rieron con desgana…


¿Acaso fui siempre tan predecible? ¿Acaso no estaba bien aceptar su ayuda…? ¿Acaso no era esto amor…? 


¿Acaso no desean ayudarme…?

¿Acaso es pecado amar como lo hago yo…?

¿Acaso no es odio, lo que siento en mi interior…?


La locura, es la única enfermedad que ni los milagros pueden sanar… una vez que caes, ya no tienes lugar a donde volver… una vez que caes, ya no tienes nada que perder…


Ahora me doy cuenta que… ya no tengo nada que perder…

viernes, 7 de febrero de 2014

【Who are you...?】Capítulo II: Nuevo alumno




La muchacha soltó un bufido y miró por la ventana aburrida. No había nada de interesante que hacer, y la verdad, ir y fingir sonrisas frente a sus “amigos” no le iba a levantar mucho el ánimo.

miércoles, 5 de febrero de 2014

【Who are you...?】Capítulo I: Háblame ~Parte 2~


Parte 2
 
    Una muchacha se les acercó y les dedicó una sonrisa de propaganda. De esas que no son verdaderas. Iba a decir algo cuando de repente miró a la muchacha. Lucía algo consternada. Su mirada se dirigió a Erwin, haciendo una pregunta silenciosa que él entendía muy bien “¿Acaso ella…?”.

【Alma pura...】Prólogo



Un cálido viento de verano rozó el rostro de la joven, acariciándolo y provocando que su cabello flote con este. Esta sonrió placenteramente y recogió su cabello, ya enredado por el viento, con un pañuelo blanco machado de tierra, que su padre le había regalado hacía ya años.


Los ojos de la joven se abrieron lentamente, dando a conocer su hermoso color celeste, tan claro que parecía transparente. La muchacha respiró serena, mientras miraba el atardecer que había pintado de rojos y naranjas el cielo que se hallaba poblado por nubes carmesí. Aquella joven vivía en paz, aunque como toda persona deseaba más en su vida. En su caso, la libertad.

Bajó la mirada hacia el suelo, que no era más que un verde pastizal, quemado en algunas partes por el sol, tornándose amarillo y seco. Volvió a levantar la vista, esta vez mucho más confiada en sí misma, y corrió hacia una pequeña casa que se encontraba colina abajo con todo lo que sus piernas le permitían.


Era esa tranquilidad la que caracterizaba al reino del este, Westline. Esa tranquilidad que muchos deseaban en sus vidas. Una tranquilidad que no era más que otra mentira…


¿Es un mundo bueno al ser tranquilo? ¿Es realmente esa la paz?



Mi madre me decía que la paz se encuentra en un mundo sereno, pero… ¿Es verdad? ¿O es simplemente una mentira más que le dices a los niños para que puedan dormir?


Finalmente me di cuenta de la realidad. De lo mal que va el mundo hasta el momento. De que todos los reyes están invadidos por el pecado, por el deseo, por el mal...
 

-¡Miren sus pecados! -gritó mi madre antes de morir- porque tarde o temprano, estos volverán por ustedes.


Los dioses te castigan por tus pecados, y lo hacen en el momento menos esperado y de la forma más dolorosa de todas, porque si eres capaz de pecar, eres capaz de afrontar las consecuencias…



''No importa cuánto corras… cuantas veces huyas… tus pecados siempre… lograrán encontrarte

¡Ja, ja, ja, ja, ja!''

Capítulo 1: Deseos

lunes, 3 de febrero de 2014

【Who are you...?】Capítulo I: Háblame ~Parte 1~


Un simple papel olvidado puede llevarte al destino más inesperado... e incluso forjar, el futuro jamás pensado...

sábado, 1 de febrero de 2014

【Who are you...?】 Prólogo



Agotada de correr, Rosemary se detuvo en seco, jadeante. Le dolía en el costado de su cintura, en sus vasos, dolor provocado por no respirar correctamente. Sus pulmones buscaban aire, como un lobo feroz a caperucita, y ella no podía hacer más que cerrar los ojos e intentar recuperarse.

-¡Rosemary! –gritó alguien a su espalda, y ella se dio la vuelta lentamente, con los ojos entrecerrados del cansancio. Su vista estaba nublada, y su cabeza no podía hilar un pensamiento correctamente. Su garganta dolía… entrecerró un poco más los ojos, y se concentro, intentando lograr distinguir la figura que se le acercaba corriendo, como lo había estado haciendo ella hace un momento. Era un hombre, eso lo sabía, su sombra negra ya se lo indicaba, pero su rostro… no lo podía verlo, no podía notarlo, no sabía quién era. Sus oídos zumbaban… -¡Rose...! ¡Rosema…! ¡Dios! –se quejó jadeante el muchacho, deteniéndose a su lado, e intentando recobrar el aliento. La rubia lo miró, aún agitada, y finalmente lo notó.

Aquella cabellera castaño oscuro, esas manos fuertes, aquellos jadeos… ese “¡Dios!” solo podía ser de uno, uno que conocía muy bien. Se maldijo a si misma por no haberlo notado antes.

-Corres muy rápido… -se quejó el muchacho, con mirada acusadora. Ella no pudo evitar soltar una risita divertida. Él le sonrió. Los ojos del muchacho eran verdes… Ella se puso tensa de los nervios, pero el pareció no notarlo. El se irguió y la miró desde las dos cabezas que le llevaba de ventaja a la niña. Su sonrisa era muy linda. –Deberías hacer deportes –le dijo, soltando una risa. Aquello fue como música para los oídos de ella. Se irguió y llevó su mano a la colita que sostenía su pelo en una cola de caballo, pero titubeó un segundo. Estaba sudorosa, y de seguro su pelo estaría incluso peor. Retiró la mano y volvió a mirar al chico, con una tímida sonrisa en el rostro. El era siempre el que hablaba, no ella, porque a ella siempre le había costado hablar con él… siempre… pero esta vez él no comenzó, y estuvieron caminando en silencio por el principio del camino. El silencio atormentaba a la menor…

Ella debía empezar, y no se le daba bien empezar, pero… tal vez era un buen momento. Miró al muchacho por unos segundos eternos. Su cabello suave, sus grandes ojos color verde, como el césped recién cortado, sus pómulos angulosos, firmes, y a la vez delicados, su mandíbula, su mentón… sus labios finos y rosáceos que el chico solía morder con frecuencia. Tenía una pequeñísima marca allí donde clavaba sus dientes, le gustaba morderse en la herida, según él, el dolor era gratificante en ese sentido. Pero fue ella la que se mordió el labio esta vez, nerviosa, pensando en si lo que estaba por hacer no era una estupidez…

<< -No, no lo es… -pensó al instante>>

Iba a hacerlo, finalmente iba a… bueno, darle su deducción de lo que sentía al muchacho. Tal vez el pudiera ayudarla en algún punto. Él estaba implicado, tendría que ayudarla, después de todo, su deducción había señalado que, precisamente, había caído rendida a los pies del amor, y había permitido que Cupido le atravesase una flecha en su corazón como una estúpida. Pero era tarde, y ella no era una cobarde, sea cual sea el final, estaba dispuesta a arruinar aquella amistad por una respuesta, que si Dios estaba de su lado, sería la que sus oídos deseaban escuchar.

-Yo… 

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